Cuenta la mitología que Hermes, dios de la sabiduría, hirió a su amigo Crocos e hizo que la sangre que manaba de la cabeza de este último se convirtiera en azafrán al tocar la tierra.
El azafrán se ha convertido en uno de los mejores colorantes en la cocina. Además, en la Mancha, el olor, el sabor y el color que adquieren los cultivos, les ha valido el reconocimiento otorgado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la Denominación de Origen Protegida (D.O.P.).
Después de plantar la cebolla en junio, los meses de octubre y noviembre son los de la recolección, ya que cada uno de los bulbos deja ver tres flores. La rosa del azafrán, como se la conoce, tiene forma tubular y deslumbra con su color morado.
La recolección deben llevarla a cabo manos expertas, pues el corte de la flor ha de ser limpio y seco, sin que ninguno de los estigmas se desprenda. El mismo día, y antes de que transcurran 12 horas, se realiza la monda: el corte de los estigmas.
El desecado de las hebras mediante tostado a fuego lento, entre unos 20 y 45 minutos, y no al sol, es el responsable de que el producto final posea un mayor contenido en safranal, mejor aroma y un potente poder colorante.
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